lunes, 20 de mayo de 2013

Sobre los vampiros...

A veces conoces a una persona que parece especial. No. Parece mejor que el resto de gente con quien te hayas encontrado en tu vida.

Y te vacías.

Cuando estás con esa persona eres todo expectativas, aunque no sabes qué es exactamente lo que quieres recibir. Eres feliz. Pierdes la noción del tiempo. Pero cuando dejáis de estar juntos, te das cuenta de que no puedes más.

A veces conoces a una persona que se alimenta de tu energía. Absorbe todo lo positivo que hay en ti y solo deja... tristeza. Una absoluta tristeza.

Entonces empiezas a asociar ideas, y llegas a la conclusión de que dependes de su compañía para sentirte bien. Piensas que la razón por la que no lo estás es porque se va. No prestas atención a nadie que no sea esa persona, y no puedes concentrarte en nada más. Es como si te engancharas a una droga.

A veces conoces a un vampiro emocional, que como es incapaz de buscar sus propias razones para ser feliz, tiene que apropiarse de las tuyas. Pero es culpa tuya. Eres tú quien, en lo más profundo de tu mente, piensa que puede rescatar a esa persona, que puede respirar por los dos. Puede que ni siquiera robe tu energía conscientemente, pero tú sí eres capaz de notar que la has perdido. Tú eres el único culpable al que debes mirar. Tú eres el único responsable de tus adicciones.

Me das asco.

domingo, 19 de mayo de 2013

¿Para qué sirve un domingo?

"Los lunes son el peor día de la semana.
Después de un domingo en el que te dedicas a descansar del sábado, a comer con tu familia mientras ves en silencio cómo tu abuela llena constantemente tu plato, o a lamentarte por lo que te espera cuando pase la noche, la primera señal de que el lunes va a ser un día horrible llega durante la noche del domingo, cuando eres incapaz de dormirte, pero te obligas a ir a la cama, porque sabes de sobra todo lo que te espera al día siguiente.
Y antes de que la luz del sol haga acto de presencia en las calles, una sinfonía de despertadores invade la ciudad. A veces pienso que cualquier transeúnte con buen oído, si lo deseara, podría cerrar los ojos y dejarse guiar por los timbres, como si fuese un murciélago.
Pero no todo lo que suena un lunes por la mañana son despertadores.
—¿Te quieres levantar de una vez? —Me suele gritar mi padre todas las mañanas desde la puerta de mi habitación. Su “amoroso” calificativo es síntoma de que ya he agotado el socorrido recurso de los cinco minutos.
—Sí, papá —contesté yo esta mañana, como de costumbre.
Hay quien tiene que lidiar —y lo hará para el resto de su vida— con el acostumbrado ring ring del despertador tradicional, mientras que otros suelen recurrir a la radio o a su canción favorita. La verdad es que esto último no te lo recomiendo para nada, porque con el tiempo puedes llegar a odiar esa canción que te saca de la cama una mañana tras otra. De todas formas, mi despertador, al igual que lo es todavía para algunos de mis compañeros de facultad, es mi padre. Estoy seguro de que mi cerebro es consciente de que a una hora tan temprana mi cuerpo solo obedece a su voz, e ignora de forma deliberada el sonido de la alarma del móvil. De hecho, siempre he pensado que el día que me independice tendré que grabar la voz de mi padre llamándome vago y cosas así para utilizarla como despertador.
A pesar de todo, hay algo tras el horror del principio de semana, algo semejante a una especie de justicia macabra. Un lunes por la mañana todos los malos pensamientos de cualquier parte se entrelazan en un odio común.
Una maravilla más del mundo desarrollado, suelo pensar a menudo.
Por horrible que me resulte tener que resistirla, un lunes me parece una tortura equitativa, quizás la única que existe. Semana a semana, desde el estudiante más perezoso hasta el obrero más sacrificado, desde el conserje de la facultad hasta el presidente de la empresa más puntera del país, tienen que apagar sus despertadores al mismo tiempo y, movidos por un primitivo impulso, pensar mierda de lunes."

Fragmento de "Diario de un dependiente".

martes, 14 de mayo de 2013

Un día normal, parte 1: Otra vez será.


Pantalla de inicio:

- Estas en tu habitación, recién vestido y preparado para salir. Tu indicador de salud está al máximo. Tu indicador de maná está a medias después de tu táctica de sueño reparador. Sin armas. Bolsa con diez monedas (de euro). Artefactos: Llaves de casa (para entrar en tu guarida).

Personaje:

- Nombre: Student 001.
- Nivel: 70% dormido. 30% apático.

Misiones:

- Principal: Ir a clase y sobrevivir.
- Paralelas: Aún ocultas.

Desarrollo:

- Sales de casa, aún mareado por la escasez de maná. Caminas por la acera. Activas truco: Cruzar sin semáforo. El juego tiene un bug: No dejan de pasar coches. Buscas un semáforo y logras cruzar. Avanzas de pantalla.
- El tiempo se agota, pierdes tu bonus track. Debes enfrentarte al primer adversario: Conserje enfadado (Vidas: 3. Nivel: 50% enfadado. 50% patético). Activas truco: Primera hora en cafetería. A cambio pierdes 25% de vida. Avanzas de pantalla.
- Entras en cafetería. Activas truco: Ponerse delante de la camarera. El juego tiene un bug: La camarera no te detecta. Aparece nuevo jugador: Compañero de clase. Conseguís pedir dos cervezas. El juego tiene un bug: No podéis salir de la cafetería. Se acaban las clases. Pierdes 75% restante de vida y todo tu dinero.

Game over.

(Continuará...)