viernes, 20 de enero de 2017

El bombardeo de Coventry


El 14 de noviembre de 1940, el ejército Alemán bombardeó la ciudad inglesa de Coventry, acabando con la vida de más de quinientas personas, dejando heridas a más de ochocientas y destruyendo varios miles de edificios, entre ellos su catedral, que permaneció como símbolo de la masacre.

Existe una historia no confirmada oficialmente, relativa a este bombardeo.

Los alemanes contaban con una máquina para intercambiar mensajes cifrados, llamada Enigma. En su momento era la máquina de cifrado más segura que existía, llegando a existir la idea de que era inviolable. Sin embargo, en Inglaterra, una serie de científicos, entre los que se encontraba Alan Turing, se reunieron en Bletchley Park para tratar de descifrar sus códigos. Gracias a los diseños realizados por el equipo de Turing, se logró destruir la defensa de Enigma.

No obstante, el 11 de noviembre de 1940 se encontraron con un mensaje interceptado a los alemanes. Con una serie de nombres en clave, se señalaba una serie de objetivos militares alternativos para realizar un bombardeo sobre la zona industrial inglesa. Una de esas palabras aportó la pista definitiva para saber que el punto del bombardeo sería Coventry. 

Y aquí es donde comienza la polémica.

Según varias versiones, el bombardeo inminente a la ciudad británica fue descubierto y puesto en conocimiento de Churchill. El motivo por el que no se hizo nada al respecto varía: Unas teorías sostienen que era demasiado tarde como para impedirlo, faltando dos días para el ataque. Otras, consideradas parte de la versión oficial ante la falta de una prueba acusatoria definitiva, sitúan el descubrimiento de la noticia o bien a pocos instantes de la aparición en Coventry de la aviación alemana, o bien después de los sucesos. Sin embargo, una de las versiones más extendidas, la que a día de hoy sigue manteniendo la duda, dice que Churchill supo del bombardeo de Coventry con la bastante antelación para evitarlo, pero que decidió no hacer nada, ni siquiera realizar una evacuación, para mantener en secreto el descubrimiento del protocolo para descifrar Enigma, o bien por miedo a que el Tercer Reich se enterase y decidiera utilizar otro método de cifrado, o bien para utilizarlo como ventaja estratégica en un futuro.

Como he dicho, estas teorías son solamente eso, y no existe una prueba condenatoria que las valide. Sin embargo, ¿cuál parece la versión más cercana a la realidad?

miércoles, 4 de enero de 2017

Lo único que necesito


Es mentira que al final solo queda lo bueno.

Es mentira que el dolor desaparece o se atenúa con el paso del tiempo.

No termino de acostumbrarme a que no estés, y de vez en cuando recuerdo cómo te fuiste. Trato de no hacerlo mucho porque me mata por dentro, pero es peor sentir que me consume evitar pensar en ti, cambiar mentalmente de tema antes de descubrir que estoy atrapado y verme como un cobarde incapaz de asimilar la realidad. Incapaz de afrontarte.

Los momentos felices se acaban corrompiendo, contaminados por el virus incurable de que ya no estés nunca más, y me parezca haber perdido una parte de mí, tan real como si me hubieran arrancado un brazo. Y duele. Duele saber que estoy roto más allá de cualquier posibilidad de reparación, enfermo por el frío que me despierta por las mañanas en tu lugar.

Es todo mentira. Un puñado de frases vacías con la intención de reconfortar un poco un pensamiento demasiado grande como para caber en tu interior, y que por eso fuerza tus límites hasta el extremo, probando la elasticidad de tu mente hasta amenazar con romperla.

Solo hay una opción: asimilar ese dolor. Aceptar que tarde o temprano será lo único que impida el olvido, porque nunca se va a ir. No se puede escoger qué sensaciones experimentar, hay que atravesarlo todo. Solo así volverán los buenos momentos, despojados del sabor amargo de los malos.

Solo desgarrándome por dentro a veces, solo aceptando las lágrimas más abrasivas, es posible llegar a la sonrisa que deseo encontrar al pensar en ti.

Lo único que necesito es poder seguir echándote de menos.