martes, 21 de marzo de 2017

Sobre la generalización


Marx definía una estructura como una de las partes sobre las que se cimenta la totalidad de un sistema político, económico, social, etc., llamada superestructura, la cual es en sí misma la conjunción de los elementos que la componen (fueron teóricos posteriores a Marx quienes añadieron de forma definitiva más factores aparte del económico, como por ejemplo varias personalidades de la Escuela de Frankfurt), para dar forma a un orden social que proteja las propias estructuras sobre las que se fundamenta, y que haga su mantenimiento extensible a cada individuo. Una serie de instituciones administrativas, judiciales, etc., que aparentemente garanticen ante ellas la igualdad entre personas.

De este modo, no existe, en el sentido de que no consta sobre el papel, analizando la codificación de leyes, derechos y deberes de un sistema, ningún elemento que ejerza discriminación desde la superestructura. Sin embargo, esto no es necesario, porque para eso existen las propias estructuras, además de para hacer las veces de cimientos. Por poner un ejemplo, si la justicia garantiza el derecho a la propiedad privada para cada persona, aunque aparentemente dicte un principio igualitario, no cuenta con la separación entre clases. O, mejor dicho, sí que lo hace, puesto que garantiza la seguridad de la propiedad privada de los medios de producción por parte de la clase burguesa. Así que el hecho de no encontrar en la superestructura elementos discriminatorios per se, no garantiza que estos no existan en cada una de las estructuras que la componen.

Dicho esto, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de un problema o una cuestión estructural? Pues sencillamente a algo relativo a una de las estructuras concretas que mantienen el sistema. Personalizar en casos concretos, es decir, reducir al caso individual, equivale a reducir al absurdo. ¿Por qué? Porque, al emanar ese problema de uno de los elementos que componen nuestra sociedad, se convierte por sí mismo en una cuestión generalizada (aunque no incida directamente sobre toda la población, persona por persona), por la simple razón de ser uno de los elementos que componen no solo parte de una superestructura, sino también un elemento importante de nuestra cosmovisión, es decir, nuestra visión del mundo que nos rodea a todos los niveles.


Si existe un problema instalado entre las raíces del propio sistema hasta el punto de haber condicionado su desarrollo, tanto desde el principio como en el presente y con visos al futuro, centrarse en la concreción de cada caso para evitar incluir a individuos que no sufren o causan dicho problema específico no es más que quitarle la condición de estructural, la base que lo une a la propia construcción social y, por lo tanto, evitar explorar tanto su origen como su naturaleza.