Marx definía una estructura como una de las partes sobre
las que se cimenta la totalidad de un sistema político, económico, social,
etc., llamada superestructura, la cual es en sí misma la conjunción de los
elementos que la componen (fueron teóricos posteriores a Marx quienes añadieron
de forma definitiva más factores aparte del económico, como por ejemplo varias
personalidades de la Escuela de Frankfurt), para dar forma a un orden social
que proteja las propias estructuras sobre las que se fundamenta, y que haga su
mantenimiento extensible a cada individuo. Una serie de instituciones
administrativas, judiciales, etc., que aparentemente garanticen ante ellas la
igualdad entre personas.
De este modo, no existe, en el sentido de que no consta
sobre el papel, analizando la codificación de leyes, derechos y deberes de un
sistema, ningún elemento que ejerza discriminación desde la superestructura.
Sin embargo, esto no es necesario, porque para eso existen las propias
estructuras, además de para hacer las veces de cimientos. Por poner un ejemplo,
si la justicia garantiza el derecho a la propiedad privada para cada persona,
aunque aparentemente dicte un principio igualitario, no cuenta con la
separación entre clases. O, mejor dicho, sí que lo hace, puesto que garantiza
la seguridad de la propiedad privada de los medios de producción por parte de
la clase burguesa. Así que el hecho de no encontrar en la superestructura
elementos discriminatorios per se, no garantiza que estos no existan en cada
una de las estructuras que la componen.
Dicho esto, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de un
problema o una cuestión estructural? Pues sencillamente a algo relativo a una
de las estructuras concretas que mantienen el sistema. Personalizar en casos
concretos, es decir, reducir al caso individual, equivale a reducir al absurdo.
¿Por qué? Porque, al emanar ese problema de uno de los elementos que componen
nuestra sociedad, se convierte por sí mismo en una cuestión generalizada
(aunque no incida directamente sobre toda la población, persona por persona),
por la simple razón de ser uno de los elementos que componen no solo parte de
una superestructura, sino también un elemento importante de nuestra
cosmovisión, es decir, nuestra visión del mundo que nos rodea a todos los
niveles.
Si existe un problema instalado entre las raíces del
propio sistema hasta el punto de haber condicionado su desarrollo, tanto desde
el principio como en el presente y con visos al futuro, centrarse en la
concreción de cada caso para evitar incluir a individuos que no sufren o causan
dicho problema específico no es más que quitarle la condición de estructural,
la base que lo une a la propia construcción social y, por lo tanto, evitar
explorar tanto su origen como su naturaleza.