jueves, 28 de agosto de 2014

Diez grandes canciones que requieren paciencia


Sea por duración, ritmo o temas anímicos de cada uno, todos encontramos alguna vez temas que solo nos empiezan a gustar cuando por nuestra cuenta hemos hecho ganas de escucharlos. De hecho, ilustro la entrada con esa imagen representativa del "Dark side of the Moon" porque creo que Pink Floyd son de ese tipo de grupos que tienes que escuchar con la disposición anímica adecuada. Aunque casualmente no haya metido nada suyo hoy.

En fin, vamos con la lista:

10- Blowing in the wind, de Bob Dylan: Canción mítica donde las haya, que me hace pensar en lo acertado que estaba en mis percepciones sobre este hombre. Repetitivo, simple y, lo peor, cantado por su voz, este alegato pacifista en forma de preguntas retóricas nos recuerda que si hay un talento del que Dylan hace gala una y otra vez es su habilidad como letrista.

9- Bela Lugosi's dead, de Bauhaus: Más de nueve minutos compuestos por un lento crescendo y un igual de lento diminuendo. Los considerados padres del rock gótico dejan ver la influencia que desplegarán para dar lugar a este género, mostrando aquí una lección magistral de dominio de lo atmosférico.

8- Fools Gold, de los Stone Roses: Una versión reducida de esta canción figuró en uno de los juegos de Fifa, tal vez porque no habría manera de escucharla entera mientras eliges equipo, equipación, formación y once inicial. Bien mirado, habría sido un desperdicio poner ahí el tema completo para joderlo a la mitad con la voz de Manolo Lama.

7- To live is to die, de Metallica: El extenso y casi silencioso panegírico a Cliff Burton me parece un miembro de pleno derecho de esta lista, no solo por tratarse de una canción instrumental que dura casi diez minutos en el disco más técnico del grupo (... And justice for all), sino también por marcar una frontera previa a lo que muchos consideran la caída de los californianos a nivel de calidad musical.

6- It was a pleasure then, de los Velvet Underground y Nico: Si ya de por sí el ex grupo del ya fallecido Lou Reed era difícil de coger el punto por su carácter experimental y huidizo de las estructuras y melodías típicas, esta desconcertante y algo siniestra colaboración con la cantante alemana y la extensión de la pieza hacen que sea rara de cojones. Para mi gusto, una pequeña joya que disfrutarás si acumulas la paciencia para escucharla entera.

5- Lover's rock, de los Clash: Antes pasaba invariablemente esta canción cada vez que ponía el London Calling. Más allá de que me pareciera una soberana gilipollez, había algo en el ritmo que me desconcertaba, como una voz interior que me decía que aquello no podía ser punk de ninguna manera. De todas formas, le fui concediendo su encanto escucha tras escucha, y ahora siempre me saca una sonrisilla toparme con ella.

4- Trae ese ron, de Violadores del Verso: Para todos los de mi generación que se acercaron por primera vez al rap nacional, lo más seguro es que este tema sea el principal culpable de seguir haciéndolo. Al hardcore le faltaba todavía algo de recorrido, pero había algo en las rimas de Kase.O, tal vez el mejor MC en nuestra lengua, que le ha acabado diferenciando del típico gangsta con el ego por las nubes: tener DE VERDAD algo que decir.

3- Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, de los Beatles: Esta es cortita, así que no sé cómo consigue dar para tanto. De hecho, la composición de McCartney llegaba (según los fans) a anunciar su propia muerte y su sustitución por un tal Billy Sears. Supongo que según esos fans, fue ese y no el Beatle original quien se convirtió en Angela Lansbury...

2- Paranoid Android, de Radiohead: Una de las más míticas de uno de sus discos más míticos. ¿Por qué hace falta paciencia? Echando la vista atrás en la lista, diría que todo son temazos, pero no todos los temazos son llevaderos. Aquí las variaciones dinámicas y lo desconcertante de la letra hacen que la música juegue con tu ánimo.

1- Stairway to Heaven, de Led Zeppelin: Tal vez sea la mejor canción jamás hecha, aunque no me pienso molestar en contrastarlo (para mí lo es y punto), pero el arranque lento y melódico que marca el tempo de todo el tema te obliga a prestar atención a lo que estás escuchando en todo momento, para poder apreciar cada matiz de los que componen esta obra de arte de en torno a ocho minutos de duración. Tal vez por eso nadie la pondría en un bar.

lunes, 4 de agosto de 2014