miércoles, 7 de septiembre de 2016

Tópicos sobre el feminismo




Antes de ayer salía a la palestra una serie de tuits de una chica de dieciséis años que, en resumen, explicaba que no podía disfrutar de un rato tranquilo en una terraza con sus amigas sin que una piara de cerdos machitos la acosasen hasta el punto de perseguirla y buscarla por su barrio para saber dónde vivía. Hay voces (ya sabemos cuáles) críticas al respecto de esta historia, negando su veracidad, así que quiero empezar diciendo que el hecho de que ese acoso concreto fuese real o no es algo que le incumbe principalmente a la víctima, porque tú, que lo pones en duda, sabes de sobra que a ti no te afecta, y en lo más profundo de tu ser eres consciente de que unos hechos así pueden estar sucediendo ahora mismo perfectamente en cualquier parte del mundo, que son todo lo contrario a descabellados en la sociedad en la que vivimos.

Puede que haya hombres que no hayan aguantado hasta aquí sin tener convulsiones y un síndrome de Tourette con las palabras “denuncias falsas”, “hombres asesinados” o “feminazis”; pero para quienes lo hayan conseguido, paso a desarrollar, desde mi propia experiencia, una serie argumentos que pueden llegar a degradar a quien los emite, a quien los recibe y hasta a la mascota de su prima.

1- “Ni machismo, ni feminismo. Igualdad”

Tengo una amiga que reaccionó a esta frase con un “no me pienso molestar en hablar de feminismo con un tío que no se ha molestado ni en leer su definición en Wikipedia”. Y no me extraña. La propia RAE define el feminismo como “ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”, lo cual no daría ni para empezar a tener una conversación sólida sobre el tema, pero joder, es que si hay gente que no es capaz ni de llegar a esto, ¿qué esperan? El caso es que, haciendo un resumen un poco menos escueto que el de la RAE, el feminismo es, además de un concepto ideológico, un movimiento social a través de unas formas de pensamiento que se cuestionan los motivos de la existencia de diferencias de género. El intelectual parisino François Poullain de La Barre (1647-1723), ya en 1673, en el texto “De la igualdad de sexos”, escribe:

“(…) Por un lado, la aseveración sobre la inferioridad de las mujeres, fundada en un prejuicio y en una tradición popular, es falsa. Por otra parte, encontraremos que ambos sexos son iguales. (…) Esto solo puede establecerse refutando tanto al vulgo como a casi todos los sabios.”

“Una vez establecido el principio de la igualdad con base en razones positivas, se explican los defectos que se atribuyen a las mujeres y se demuestra que son imaginarios o de poca monta, que provienen únicamente de la educación que han recibido, y que marcan en ellas ventajas considerables.”

Antes de seguir, si me vas a venir con “baia baia, pero si lo escribió un hombre”, te recuerdo que las mujeres no podían acceder a la educación humanista y eran vetadas de las universidades (entre otros preciosos derechos que trajo esa maravillosa etapa de transformación y progreso llamada Edad Moderna). El caso es que aquí empieza a desarrollarse este concepto en una primera ola, en la que tocaba plantearse cosas, lo cual, ahora sin sarcasmo que valga, ya era algo más fácil que hasta entonces. La llamada Ilustración, donde de momento prefiero no meterme, tuvo como efecto la aparición de una serie de pensamientos que hasta entonces no se habían desarrollado (que no tenido, no nos confundamos). De hecho existió una reacción a los postulados de Poullain de la Barre. Se empieza a desarrollar la idea del género como estructura social, defendiendo que el cerebro no opera de forma distinta en función de si es de un hombre o de una mujer (ke loko, no??¿). Sus postulados se convierten en objeto de desarrollo hasta empezar a formar una teoría sólida, basada en la filosofía cartesiana, que busca eliminar cualquier tipo de prejuicio para dar con cualquier idea que pueda ser tomada, sin asomo de duda, como verdad. No obstante, tenemos que esperar hasta 1792, cuando la autora británica Mary Wollstonecraft (1759-1797) saca a la luz su obra “Vindicación de los derechos de la mujer”, como respuesta a la decisión del político y eclesiástico Charles Maurice de Talleyrand de redactar un proyecto de educación que incluía a los niños, pero no a las niñas, en 1791. En esta obra, Wollstonecraft ya no se adapta al papel que tomó Poullain de la Barre, como teórico al respecto, sino que se lanza a un papel más activo, reclamando medidas aplicables para paliar la desigualdad de sexos existente, poniendo cara a una serie de enemigos de la mujer, que a lo largo de la historia se habían encargado de acentuar esas diferencias, haciendo de la degradación de la mujer una herramienta de poder. La cuestión es que la pionera del feminismo trataba en este libro de exponer una reclamación sólida y bien fundada: la igualdad. Paso a citar:

“Según la modificación presente de la sociedad, el placer es el asunto central de la vida de una mujer y, mientras continúe siendo así, poco puede esperarse de esos seres débiles. Heredada la soberanía de la belleza en descendencia directa del primer bello defecto de la naturaleza, para mantener su poder tienen que renunciar a los derechos naturales que el ejercicio de la razón les habría procurado y elegir ser reinas efímeras, en lugar de trabajar para obtener los sobrios placeres que nacen de la igualdad.”

“(…) Deseo honestamente ver cómo la distinción de los sexos se confunde en la sociedad. (…) Porque estoy completamente convencida de que esta distinción es el fundamento de la debilidad de carácter atribuida a la mujer, es la causa por la que se niega el entendimiento, mientras se adquieren dotes con cuidadoso esmero; y la misma causa hace que prefiera lo elegante a las virtudes cívicas.”

No voy a ir más allá de estos primeros pasos porque si no me va a quedar un tocho gigantesco, pero acabamos de ver, de una forma incluso esquemática, cómo se origina esta corriente ya en el siglo XVII, como reacción a una situación de alienación de la que se quería escapar, y eso solo hablando del concepto, y no de las circunstancias que motivan su aparición (que son tan viejas como la propia historia), y todavía hay gente que tiene los huevazos de reducir todo esto y muchísimo más a cinco palabras, cinco palabras que encima componen una expresión totalmente estúpida.

En fin, ni machismo ni feminismo. Raúl selección.

2- “Es que ven machismo en todas partes”

A lo mejor el problema es que no lo ves tú. Desde que el ser humano empezó a existir, ha pasado por un proceso evolutivo que también ha condicionado las estructuras sociales. Esto se basa en un comportamiento instintivo: hay que proteger a las hembras porque pueden tener hijos (todavía no se conocía la relación entre coito y embarazo). Esto es un comportamiento no del todo desconocido en la naturaleza, aunque en ningún caso tan acentuado. Teniendo en cuenta la esperanza de vida, lo prioritario en el ser humano era la supervivencia: al empezar a desarrollar estos automatismos, los seres más prescindibles se ocupaban de buscar alimento, y los más valiosos de tareas con una mortalidad más baja. El propio evolucionismo propone el cambio en los animales desde un antepasado común hasta sus condiciones actuales, basándose en elementos de especiación y extinción para generar una biodiversidad. En el contexto del ser humano, la evolución natural del macho, encargado de las tareas más arriesgadas, tendía a un aumento de la fuerza física. ¿Y qué ocurre si un ser más fuerte físicamente mantiene una mentalidad protectora con otro más débil físicamente? Fácil, acaba generando valores de autoridad. En el Neolítico se descubre esa relación entre sexo y embarazo, se empieza a gestar la formación de parejas con carácter reproductivo, y al ser los machos los encargados de las labores de caza, empiezan a expresar agresividad, fuerza y liderazgo como características deseables.

El resto es historia. Milenios de evolución en los que parece persistir el rastro instintivo, como una vaga justificación de la creciente autoridad del hombre sobre la mujer en la práctica totalidad de estructuras sociales, dando lugar a sistemas dominados por hombres.

Y esto se llama patriarcado.

En resumen, mientras que el patriarcado se refiere a todo sistema de organización que genera un desequilibrio de poder del hombre sobre la mujer; el machismo es la actitud, persistente e interiorizada, de superioridad sobre el género femenino.

Si bien varios autores, desde el propio Poullain de la Barre hasta la filósofa y autora Judith Butler, defienden la tesis del género como una construcción puramente sociocultural (esta última diferenciándolo del concepto de “sexo”); la existencia de un género dominante y otro género oprimido es algo muy tangible. Pero el problema más importante es la profunda raíz que esto tiene en todos nosotros. La publicidad, las industrias del entretenimiento, la estructura de los estados, prácticamente todo, ejerce una constante y asumida presión al respecto, haciendo a unos pocos hombres occidentales millonarios más ricos todavía a costa de, entre otras cosas, convertir a las mujeres en cosas que sirven para anunciar detergente o parir bebés. De una deformación han hecho un negocio la mar de rentable.

De ahí la descripción enunciada por diversas mujeres feministas: Hijos sanos del patriarcado.

Es importante escuchar a las mujeres, porque están expresando una realidad de la que precisamente no somos conscientes porque pensamos que "ven machismo en todas partes". Aunque lo cierto es que parece increíble que a día de hoy haya tantísima gente a la que hay que explicar que está mal tratar a otras personas como si fueran algo peor que personas. Creo que hasta un niño pequeño lo entendería sin problemas.

3- “Denuncias falsas”, “la justicia está de su parte”

Por suerte, a este tema no necesito dedicarle mucho tiempo. Quienes se quejan de este tipo de cosas, de “privilegios” que, según ellos, las mujeres tienen sobre los hombres, es que todavía no han entendido el concepto de patriarcado.

Lo aclararé con una pregunta: ¿A quién hay que agradecer que en todos los sistemas sociales a lo largo de la historia se haya reservado a las mujeres el papel de víctimas, de seres indefensos necesitados de protección? Sí, hay mujeres que son malas personas a veces, igual que hay hombres que son malas personas a veces, eso ya es un tema de comportamiento, una cuestión individual. Vamos, que la gilipollez no es algo que entienda de sexo, etnia, religión o grado de calvicie. Pero si esas mujeres en concreto cuentan con esas armas (aparte de que sigue siendo un caso minoritario, y más en comparación con la tremenda tasa de mortalidad de mujeres a causa de la violencia machista, solo por poner un ejemplo), no es ni más ni menos que por culpa del patriarcado.

¿U os creíais que esto solo afectaba a las mujeres? Lo siento, pero hombres y mujeres hemos acabado cumpliendo roles de género determinados por el patriarcado, y si bien las mujeres son las más perjudicadas con mucha diferencia por el machismo, a nosotros también nos salpica: nos convierte en seres que tienen unas expectativas marcadas por la sociedad y cuyo no cumplimiento nos hace caer en el “fracaso”, siendo considerados más o menos hombres que otros, nos hace a veces víctimas de nuestras propias trampas (como acabamos de ver), nos lleva a reírnos si conocemos algún caso de una mujer maltratando a un hombre (otra cosa que no entiendo, ¿qué mierda de argumento es ese? Claro que hay hombres asesinados por mujeres, aunque sean muy pocos en comparación con las mujeres asesinadas por hombres; pero, para empezar, si a alguien le importa, no es a vosotros, que los reducís a simples argumentos antifeministas, pero luego ridiculizáis a alguien que no es lo bastante “hombre” para no dejarse pegar por una mujer, por no sacar a relucir una "pluma hetero"; y para terminar, un hombre asesinado por una mujer sería en todo caso la víctima mortal de una agresión, a secas, no es una cuestión estructural, y la razón de su muerte no es "ser un hombre". Es totalmente absurdo hablar de particularidades ante cuestiones estructurales, así como hacer el #NotAllMen cada dos por tres).

4- “Son unas feminazis”, “están generando hembrismo”

No me quiero imaginar a alguien que sea tan tonto como para llegar a esta palabra y haya sido capaz de leer hasta aquí. Aunque me sorprende más que alguien que habla de “feminazis” sepa leer.

Esto se debe sobre todo a lo que comentaba antes sobre las profundas raíces del machismo en la sociedad, en nuestro subconsciente; ese “no sé qué” que nos hace tomarnos como un ataque personal cualquier ejemplo de machismo. Hay tres cosas que ya toca entender:

Lo primero, que todo lo que expresa autoridad del hombre sobre la mujer, sin ninguna razón que lo respalde, es machista. Por ejemplo, no es machismo si un juez condena a una mujer por atracar a punta de navaja a decenas de ancianos, porque sí hay una razón que lo respalde. Pero ellas sufren, tienen miedo de no poder ponerse lo que quieran por miedo a agresiones, de no poder caminar por ciertos sitios y a ciertas horas, de no saber las intenciones de quien quizá, en su cabeza, solo está soltando un simple cumplido. Tienen miedo de convertirse en víctimas, en sufrir penalidades y acabar convirtiéndose en fríos datos que se puedan manejar en un debate tonto mientras siguen siendo ninguneadas por un sistema, o ridiculizadas en la típica sitcom familiar en la que montan un drama porque la mujer del prota se pone a currar y gana más que él.

Lo segundo, todas las personas, sean del sexo que sean, tienen derecho a expresar su visión del mundo, y puede que esa visión del mundo no os guste, como a mí no me gusta ver a un tío hablar de feminazis, hombres asesinados, denuncias falsas, nos comen los rojos, inmigrantes fuera, casos aislados, si no queréis ser españoles iros de España y todas y cada una de las gilipolleces que se pueden llegar a oír a lo largo del día a lo largo y ancho de este maravilloso país. No hay un tren con destino a un gulag esperando por esa gente, ni miedo a que alguien tenga una opinión diferente, e incluso que le importe una mierda si esa opinión está justificada o si es así y punto porque natillas con galletas.

Lo tercero, el hembrismo no existe. Y cuando digo que no existe no me refiero a que no exista la palabra (que obviamente existe, aunque a lo mejor es porque os la habéis inventado y tal), sino a que no está desarrollada como corriente de pensamiento. Tal vez se pueda definir como una actitud individual de alguien que plantee la superioridad de las mujeres sobre los hombres, y me estoy pillando los dedos, porque por esa regla de tres también podríamos hablar de quinielismo para referirnos a la gente que hace quinielas. La cuestión es que, aún con esta concesión, el hembrismo (es que no me lo admite ni el corrector del Word, hasta el clip piensa que es una gilipollez) sería, en todo caso, una actitud aislada y que no constituye ningún aspecto estructural, porque no hay ninguna corriente o movimiento colectivo que plantee la superioridad de las mujeres sobre los hombres por ser hombres. No existe. Punto. 

5- Bonus track, esta vez para feministas, aliados y lo que sea: “Si eres hombre, no pintas nada aquí”

Como he dicho ya unas cuantas veces, las mujeres son, con muchísima diferencia, las principales víctimas del machismo, y aunque eso no quiere decir que no nos podamos solidarizar, lo cierto es que es a ellas a quienes corresponde encabezar esta lucha. De ahí el concepto “aliado”, porque no somos los protagonistas de esta peli y varias de ellas han querido que lo tengamos claro.

Dicho esto, hay matices que examinar: Si te dedicas a hablar de apropiación, y justificas tu punto de vista en que un hombre no puede ser feminista o aliado por ser hombre, tenemos que un blanco occidental no puede ser antirracista por no haber sufrido discriminación racial, que todo aquel que no haya vivido bajo el yugo de un estado fascista no puede ser antifascista, o que un antiespecista no puede serlo por no haber padecido nunca el maltrato animal. De aquí hay que sacar una conclusión: hay una diferencia muy clara entre DAR VOZ y SER LA VOZ. Tú puedes dar voz a los desamparados, a las mujeres, a las personas de otras etnias y países, y a miles de personas con problemas que no tienes. Lo que no puedes es erigirte en portavoz, ocupar un espacio que no te corresponde y no dar a esas personas la oportunidad de luchar por sus derechos.
No se puede buscar la igualdad ni de clase, ni de género, ni de raza, a partir de convertir unos principios en conceptos excluyentes, pero hay que saber medir un poco. Tenemos que saber medir un poco. No podemos ocupar espacios que no son nuestros, solo podemos apoyarlos.

Por último, ¿por qué hago esto? Simplemente porque me gustaría que cualquier detractor de cualquier tema se informase un poco antes de hablar a la ligera, porque me gusta pensar, desde mi punto de vista individual, que todos podemos hablar de todo, siempre y cuando nos ciñamos a lo que sabemos y no nos aventuremos a soltar la primera memez que se nos pase por la cabeza. Y, sobre todo, porque quería desahogarme, motivo por el que suelo escribir prácticamente todo lo que escribo. En ningún momento he pretendido hacer algo más que expresar mi visión de este tema, basándome en lo que he aprendido al respecto; y animo a los hombres que hayáis leído esto a investigar más si os estáis acercando al feminismo y os ha interesado esta entrada, ya que está dedicada a vosotros por una razón importante: es cierto, lo creáis o no, que tenemos una serie de privilegios inherentes al género masculino, y muy concretamente el de poder interesarnos por estos temas, empatizar, ayudar en su lucha y demás, y luego desvincularnos sin tener que enfrentarnos al enemigo que están combatiendo. Ellas no pueden hacer eso, porque aunque se tomen un respiro de su activismo o militancia, o incluso aunque no lo realicen, siguen siendo mujeres, y sufriendo el machismo en sus carnes. Un ejemplo: Nosotros podemos volver a casa a las tantas, solos, andando, borrachos, lo hemos hecho muchas veces sin que pase nada. Ellas ni se plantean esa opción. ESO es un privilegio del que no nos damos ni cuenta.

En fin, que ellas no están aquí para resolver nuestras dudas. Si queremos información, nos la tenemos que buscar nosotros, es lo justo.

P.D.: En el primer comentario añado la bibliografía utilizada en los primeros puntos, así como una serie de datos que me he dejado en el tintero (creo que es la entrada más larga de mi vida).

3 comentarios:

  1. Aquí os dejo los libros o bien solamente mencionados o bien de los que he extraído alguna de las citas o ideas, por orden de aparición:

    - POULLAIN DE LA BARRE, François. De la igualdad de los sexos. UNAM.
    - WOLLSTONECRAFT, Mary. Vindicación de los derechos de la mujer. Cátedra.
    - POULLAIN DE LA BARRE, François. De la educación de las damas. Cátedra.
    - POULLAIN DE LA BARRE, François. De la educación de las damas. Cátedra.
    - BUTLER, Judith. El género en disputa: Feminismo y la subversión de la identidad. Paidós.

    También os dejo enlaces a dos páginas que apoyan varios de los datos expuestos en esta entrada y que también os pueden interesar:

    - http://palabrasquehablandehistoria.blogspot.com.es/2014/04/vindicación-de-los-derechos-de-la-mujer.htmlo?m=1
    - http://www.portaloaca.com/articulos/antipatriarcado/9251-el-origen-del-patriarcado-la-dominacion-en-sociedades-sin-estado-y-la-falacia-de-la-igualdad.html

    Hay muchas polémicas también en torno a datos que no he tratado en esta entrada, básicamente por el tamaño (son cosas que no se pueden explicar en tan poco tiempo), así que también añado unos enlaces para mostrar unos pocos datos que componen en cierta parte la cara de la desigualdad de género:

    - http://www.eldiario.es/zonacritica/Techos-Cristal-Espana_6_463413688.html Artículo con datos estadísticos sobre los llamados techos de cristal.
    - http://www.20minutos.es/noticia/2234822/0/violencia-machista/denuncias-falsas-retirada-acusacion/memoria-fiscalia/ artículo que muestra los porcentajes de denuncias falsas con respecto a denuncias reales desde 2009.
    - http://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INESeccion_C&cid=1259925408327&p=1254735110672&pagename=ProductosYServicios%2FPYSLayout&param3=1259924822888 análisis estadístico de la brecha salarial de género.

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