domingo, 20 de julio de 2014

Simon y Garfunkel, la alegría de la huerta



En 1967, y gracias a la película El Graduado, este dúo neoyorkino de músicos de folk popularizó la tradicional canción de las Islas Británicas que tenemos arriba.

Juzgad vosotros mismos...

En mi caso, desde que tengo oídos plenamente funcionales he escuchado bastante música, y he acabado destinando una parcela mental a una serie de mitos entre los que se encuentran, por ejemplo, Bob Dylan, algunos tramos completos de la carrera de Eric Clapton, el Leonard Cohen más pesimista, el Phil Collins más recalcitrante, Bob Dylan otra vez, y por supuesto estos dos colegas. Dicha parcela no corresponde ya a los componentes de un playlist que bien podría aburrir a las ovejas antes del primer minuto, sino incluso a uno con potencial para amargarte la tarde hasta el punto de dejarte seducir por la idea de abrirte las venas.

Podríamos llamar a esto el factor Amaral, pero tampoco es justo, porque este grupo de baluartes del panorama musical ya hundía a la gente antes de que ella sacase sus temas preñados de alegría de vivir.

No es cuestión de desmerecer, pero tampoco de mitificar. Conozco gente que me diría que no tengo alma si les dijera que escuchar a Bob Dylan demasiado tiempo me raya las tripas.

O no.

A veces no está mal dejarte hundir un poco si es lo que pretendes. Cambiando de símil, no es lo mismo ver un vídeo de escenas de 300 mientras suena el Heart of steel de Manowar, que ver el mismo video mientras sueña el Hot stuff de Donna Summer (temática que me guardo para comentar otro día). Igual hoy para mí era el día de escuchar Scarborough fair (los domingos siempre me pasan factura, como ya he comentado aquí más de una vez), o incluso la banda sonora de Platoon, con el estómago hecho puré y sin ganas ni de salir de la habitación. 

Nadie ve un telediario pensando que va a encontrarse un capítulo de Heidi (y me refiero a uno de los del principio, de los más alegres), así que no sería buen plan dejarte atrapar por el factor Amaral antes de ir... yo que sé... a una fiesta ibicenca.

En mi caso, voy a dar un poco de vidilla a los restos de mi resaca con un grupo del que la gran mayoría solo conoce UNA canción (ya sabéis)...

Bueno, feliz próxima semana.

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