sábado, 15 de octubre de 2011

Decálogo del buen dependiente


(A modo de prólogo: estos consejos están destinados a orientar a dependientes de tiendas de productos de ocio, pero son extrapolables a la labor de cualquier dependiente... si no todos, casi todos.)

1- El orden de los productos de la tienda no tiene por qué ser lógico. Existe un millón de formas de volver loco al cliente, ya sea colocando las cosas en relación al grado de simpatía que sientas por ellas, o a lo bonito o feo que resulte su aspecto. Al hacer esto, el cliente se verá obligado a danzar por las estanterías como si hubiese desembarcado en otra dimensión, haciendo ver a la gente de fuera que la tienda tiene actividad.

2- Marcar los productos es fácil cuando se hace con pistola. Además, distraerse con ella es divertido, y puede dar la impresión de que haces algo productivo.

3- Cuando un cliente te pida algo que está en el almacén, no es necesario que se lo traigas a toda prisa. No conviene forzar la máquina y acabar sepultado por una avalancha de cajas. Los viajes al almacén son un buen pretexto para estirar las piernas y descansar.

4- El cliente siempre tiene la razón, es decir, el cliente NUNCA tiene la razón. El cliente está perdido y necesita del dependiente para que le oriente y le ayude a decidirse a comprar lo que quiere (o lo que no hay forma de conseguir que nadie se lleve).

5- Comprar muchas veces puede responder al intento de recuperar autoestima perdida, así que abre bien los ojos y que no se te escapen los depresivos.

6- Los pedidos siempre llegan tarde, demasiado tarde como para que al cliente le convenga esperar. Si algo va a tardar veinte días en llegar, lo mejor es decirle al cliente que van a tardar diez, y cuando al cabo de diez días regrese, decirle que tus distribuidores han metido la pata y que harán falta diez días más. El cliente se encabronará, pero acabará esperando. Si la espera se divide en hitos, es mucho más llevadera.

7- Aunque no lo parezca, el trabajo del dependiente es intelectual. Cada venta es una intrincada partida de ajedrez entre vendedor y cliente. ¿Qué quiero decir con esto? Que no dejes que te cohíba sentarte tranquilamente a engordar.

8- Habla por teléfono. La jornada laboral es muy larga, y los clientes no suelen ser tan maleducados como para cortar tu conversación. Una llamada a tus colegas no solo puede salirte gratis, sino que también puede significar un cómodo descanso. Si algún cliente es lo suficiente maleducado como para interrumpirte, puedes decirle que se largue. No es bueno tener un ambiente hostil en el trabajo.

9- Si estás cerrando, estás cerrando, así que no entra ni Dios. ¿Acaso en el banco te perdonan cuotas aunque pretendas pagarlas al día siguiente?

10- Por último, y quizá más importante, tus conocimientos siempre SON superiores a los del cliente. Si no fuera así, el cliente serías tú, así que no pierdas ocasión de demostrarlo. Y cuanto más humillante lo hagas, mejor.

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