martes, 13 de octubre de 2015

Daños colaterales


Los daños colaterales siempre se explican como una partida de ajedrez, donde los peones (ejemplo más recurrente) suelen ser sacrificados por un llamado “bien mayor", que no es más que ganar una simple partida de ajedrez, si mantenemos la parábola.

Los daños colaterales dependen de su contexto para poder ser valorados, ya sean civiles asesinados por bombas (seguramente adquiridas de alguna potencia de este paraíso neoliberal que llamamos Mundo) en guerras que no tienen nada que ver con ellos; indígenas asesinados por colonos desde tal día como ayer pero hace quinientos veintitrés años; hectáreas de selva arrasadas por alguna de estas amigables compañías que luego te cuelan un entrañable anuncio sobre lo genial que puede ser la vida si la encaramos con alegría...

Alegría y un Big Mac...

Pero lo lógico sería suponer que vivimos día a día con esto, que siempre hay alguien que tiene que acabar hecho mierda solo para que tú puedas disfrutar de tu existencia. Somos versiones distintas de Frank Sobotka, creyendo que estamos equivocados, pero por los motivos correctos.

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