martes, 17 de mayo de 2011

Típico desayuno navideño



Teniendo en cuenta la época del año en la que nos encontramos, este recuerdo no viene muy a cuento, pero qué le voy a hacer, las manifestaciones del pasado son muy arbitrarias.

Durante mi infancia y parte de mi adolescencia en un colegio de curas, el último día del primer trimestre (que daba pie a las vacaciones de Navidad) era un acontecimiento peculiar. Las clases comenzaban una hora más tarde, y las únicas actividades en todo el día eran el Festival de Navidad, consistente en las actuaciones de cada clase, interpretando alguna revisitación de villancicos populares con baile incluido (unos pocos conseguimos salir de nuestra ceguera infantil y darnos cuenta de que las adaptaciones nada tenían que ver con las composiciones de Bob Dylan, y calificar los bailes como diametralmente opuestos al de los zombies de "Thriller" era un afortunado eufemismo), y la entrega de notas.

Con el paso del tiempo, mis amigos y yo incorporamos una nueva tradición. Una hora antes de tener que ir a clase, nos reuníamos en un bar y desayunábamos, mientras hacíamos balance de los exámenes que habíamos hecho y las notas que estaban por llegar.

Estos desayunos no tendrían más trascendencia de no ser porque venían acompañados de una ronda de chupitos de dimensiones importantes, ronda que nos proporcionaba varias ventajas:

1- Una ligera sensación de alegría que nos acompañaba durante toda la mañana.

2- La reducción de nuestras inhibiciones a la hora de tener que enfrentarnos a nuestro tradicional ridículo navideño.

3- Una atenuación de la pesadumbre a la hora de recibir los suspensos, o una intensificación de la alegría al recibir los aprobados (curiosamente, a medida que se producían los desayunos, la primera opción se imponía cada vez más sobre la segunda).

Fuera como fuese, los desayunos navideños son uno de mis recuerdos más preciados de mi etapa como estudiante de secundaria... ¡Bendita inocencia!

2 comentarios:

  1. Que buenos recuerdos, y que buena costumbre se impuso, debería ser genial el estar allí antes de acometer el día.

    Abrazo

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  2. No lo sé, tengo la memoria borrosa...

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