sábado, 1 de noviembre de 2014

Cinco canciones aterradoras


Me sumo al rollo Halloween con una nueva lista, aunque la imagen es prácticamente el 75% de motivación para escribir esta entrada:

-The call of Ktulu, de Metallica: Cerrando el Ride the Lightning, esta composición atribuida sobre todo a Mustaine y Cliff Burton tiene el mérito de ser la primera instrumental de Metallica. ¿Por qué aterradora? Pues básicamente por estar inspirada en esa historia de Lovecraft sobre un simpático y entrañable calamar, La llamada de Cthulhu, por la cual el ya fallecido bajista sentía admiración.

-Lucretia (My reflection), de Kreator: Cuando me regalaron el Voices of Transgression, las palabras que me dijeron al respecto es "seguro que te gusta, es muy oscuro". Y la verdad es que la sola idea ya me ganó. De hecho, es esta la versión que propongo en lugar de la original, de los Sisters of Mercy, ojo al dato, una banda de rock gótico.

-Capriccio nº 2, de Niccolò Paganini: Si según los Simpson en el pasado la gente se asustaba con más facilidad, esto no hubiese acojonado ni a Edgar Alan Poe. Sin embargo, Paganini, uno de los mayores virtuosos de la historia de la música, está envuelto en una de esas leyendas populares que aseguran que el diablo le otorgó ese talento a cambio de su alma, al más puro estilo Diablo Robot de Futurama. De hecho, incluso parece ser que el propio violinista permitió que se extendiera el rumor. Ahora ponte a escuchar el capricho e imagínate a un violinista sin rostro al final del pasillo. ¿Acojona? Pues eso.

-Me and the devil blues, de Robert Johnson: Siguiendo con lo de vender el alma al diablo, otro cliente por lo visto fue este guitarrista de aura legendaria, que intercambió talento para el blues por alma en un cruce entre las autopistas 61 y 49, allá por Misisipi. De hecho escojo esta canción por pura convicción de que esa y no otra sería la BSO de un hipotético infierno, con un calor abrasador y un montón de moscas pululando.

-Tubular Bells, de Mike Oldfield: No podía faltar ni de coña, y tal vez sea la única canción de las cinco que podría dar miedo realmente. El exitazo de este primer disco de Mike Oldfield en 1973 sirvió para incrustar su soniquete en la película El Exorcista, aunque también habría encajado como anillo al dedo para alguna cinta lisérgica del rollo Enter the Void, porque vamos...

Y hasta aquí la lista, aunque ayer hubiera encajado mejor, ahora que lo pienso... 

En fin, sed buenos.

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