jueves, 19 de febrero de 2015

Sexo, mentiras y cintas de Suicidal Tendencies


Una chica se interesó por mi allá por 2002, antes de que España se estrellase en Gwangju.

Y esto era nuevo para mí en ese momento.

Yo, ya acostumbrado a las lupas que me encerraban los ojos e impedían que siguiera jugando al fútbol, y más interesado en una fiebre coleccionista de pokemons y varios delirios paranoides sobre un cementerio indio escondido debajo de colegio, más o menos a la altura del gimnasio, todavía no estaba especialmente despierto en el tema chicas (cosa que empezaría a cambiar en vísperas de una navidad de la que ya hablaré), así que cuando me planté en el pueblo de mi madre y una niña me dijo que diésemos un paseo hasta la pradera, me quedé como un conejo cuando le dan las largas en la autopista.

Al final dije que sí, y empezaron las vacaciones de Semana Santa más cargadas de simbolismo que recuerdo haber tenido en mi vida, todo por cortesía de Cyndi Lauper (vuelvo a los pseudónimos), a quien aprovecho para enviar un saludo.

No me extenderé en relatos truculentos y pasaré directamente a explicar que tienen que ver los Suicidal Tendencies con mi despertar romántico en el pueblo de mi madre. La víspera de la despedida, habíamos decidido (había decidido ella) regalarnos algo el uno al otro para "acordarnos de estas vacaciones".

Precioso.

Ella me dio un collar de abalorios de plástico hecho por ella, y yo, perdido como estaba todavía, no tuve ninguna idea mejor que colarme en la habitación de mi infatigable tío y sustraer una cinta TDK a la que quité la etiqueta para poder dársela a Cyndi camuflada como algo que yo le había grabado.

Varios años después tuve la oportunidad de escuchar esa misma cinta en su casa, para constatar no sin cierta vergüenza (más bien mucha) que se trataba del cuarto disco del mencionado grupo angelino, Lights... Camera... Revolution!, con unos temas de Anthrax para rellenar el hueco restante de la cara B.

A día de hoy, puedo decir que sigo conservando el collar... más o menos. Al principio me lo ponía mucho, pero cuando empecé a crecer se me quedó pequeño, y decidí colgarlo en una pared como recuerdo hasta que cedió la cuerda. Entonces recogí las cuentas y me hice un par de pulseras que he llevado hasta hace poco más de dos años, cuando se estropeó la goma de una y decidí guardarlas en una cajita. 

Creo que Cyndi Lauper todavía tiene la cinta, y en cierto modo podría decirse que mi regalo fue indirectamente mucho más personal, porque Lights... Camera... Revolution! de Suicidal Tendencies, disco en el que comenzó la variación del grupo desde el hardcore hacia el thrash metal, fue lanzado a la venta el mismo día en el que yo nací.

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