domingo, 26 de octubre de 2014

Winnebago Warrior



Según el diccionario de la RAE (Real Academia Española), esta es la definición de “estar en el limbo”:

“- loc. col. Estar distraído o alelado.”

Sin embargo, yo lo asocio más con cierta connotación bíblica. Alguien que está en el limbo se ha visto transportado a un lugar que, por sí mismo, por su propia condición de lugar en algún “cuándo” y “dónde” determinado, provoca la propia sensación de “estar en el limbo”.
Se trata de un lugar que a la vez confunde, aterra y maravilla.
Se trata de un lugar en el que todo lo demás ha quedado a un lado de una forma que puede ser tan maravillosa como terrible.
Alguien que se encuentra en el limbo (ya sea en el limbo que pregonan las instituciones religiosas o en su limbo personal, causado por alguna dolencia física demasiado intensa, algún golpe emocional, o incluso los efectos de una droga) deja atrás el resto de su vida. No es una etapa psicológica. No es un trauma. No es una pesadilla ni un sueño erótico, pero es todo a la vez.
Estar en el limbo significa internarse en un laberinto gracias al cual se deja atrás un montón de problemas, chicas que no te quieren, fracasos sociales, facturas sin pagar, números rojos, vecinos hijos de puta… pero cuya salida se encuentra tras una difusa neblina que oculta las pruebas que será necesario superar sin una Ariadna que te tienda hilo dorado alguno.
Aunque hay quien dice que ese trance no se basa en las circunstancias, sino en la reacción del propio individuo ante las mismas —lo cual querría decir que el limbo puede ser, según quien lo visite, un lugar idílico o un infierno—, la experiencia de quien dice ese tipo de gilipolleces se basa en un puñado de citas absurdas que cualquier imbécil puede encontrar en la Wikipedia.
El espacio es un condicionante, el tiempo es un condicionante, el patrimonio es un condicionante… hasta el sexo nos condiciona. No es lo mismo pasar hambre para caber en un traje de baño que no tener nada que llevarse a la boca. No es lo mismo tener sed porque no hay ningún bar abierto que porque no hay agua potable en todo el país.
No es lo mismo el mundo real que el limbo.

De "Diario de un dependiente".


En 1982, los Dead Kennedys publican el Plastic Surgery Disasters, del cual proviene este "homenaje" a los domingueros. 

Así que si queréis pasar un día de campo antes de reiniciar la tortura del próximo lunes, recordad respetar el entorno. Y no hagáis el gilipollas.

Feliz domingo.

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