El otro día hice algo que llevaba pensando hacer bastante
tiempo.
Todo empezó hace ya siete años, cuando yo; un yo más
joven, uno que pensaba que estudiar Derecho sería genial para poder entender el
sistema y cambiarlo (es curioso, pero abunda la gente más o menos del rollo que
quiere ser jurista), y cosas así; empezaba mi primera semana, no solo como
estudiante universitario, sino también como alumno de Derecho, justo lo que
quería. Fue una hostia limpia, sin atenuantes.
Creo que nunca he tardado menos en desilusionarme por
algo y dedicarme a pintar el pupitre pensando en mis mierdas.
La verdad es que, siendo justo, todo me parecía bastante
curioso: Había personajes de todos los tipos, un poco de gente maja, mecheros del PP,
tacones de aguja resonando en la biblioteca, un montón de clasismo, peña del Opus… El caso
es que empecé a escribir una especie de diario en el que, básicamente, me
dedicaba a detallar las cosas más raras que me pasaban cada día. Llevaba un
ritmo rápido, y un mes después ya tenía un texto de unas cien páginas de Word
repleto de chorradas. Pero lo dejé. Se me quitaron las ganas de seguir con eso,
y al cabo de más tiempo se me quitaron las ganas de todo. No soportaba a la
mitad de la gente de por allí, y a la mayoría de la otra mitad ni siquiera la
conocía, pero lo que veía no me gustaba una mierda. Pronto empecé a tener
pesadillas sobre pasar el resto de mi existencia encerrado en un cubículo gris,
tramitando a saber qué día tras día hasta que desapareciese cualquier deseo de
vivir.
Parece mentira que haya pasado tan poco tiempo, la
verdad.
Lo que importa es que no tardé en cambiar de carrera y
conseguir que me volviera un poco la camisa al cuerpo, tanto que, cuando por
2010 encontré el enorme archivo con el diario de mi primer mes en Derecho, no
me deprimí pensando en la mierda que me parecía todo por entonces, sino que me
reí. Me gustó tanto que decidí aprovecharlo para escribir sobre una persona
aparentemente normal, pero bastante jodida por dentro. Un estudiante de
derecho. Uno que trabajase en algo que a mí siempre me hubiera gustado tener,
como una tienda de discos, y que pareciera poseer las sencillas cosas que tal
vez hubiesen hecho feliz a cualquier otro, pero no a él.
Así nació Diario de un dependiente, la novela y el blog.
Me gustaba el personaje, y la música más todavía, así que decidí jugar a
creérmelo un poco, y por eso monté este espacio.
Desde entonces hasta el otro día, esto se ha mantenido
así, con un montón de placenteras divagaciones sobre gilipolleces que no tenían que ver con
nada, pero también con música, mucha y de muchos tipos (y muy música). Vídeos,
análisis de conciertos, videoclips, géneros… Incluso una estética relacionada
con discos, y un logotipo bien chulo para estar hecho con el Paint. Me gustaba,
pero llevaba tiempo pensando en cambiarlo por un motivo principal (aparte de
porque me daba la gana): este sitio ya no es así. Ya no es solo eso. No es una
pequeña ventana abierta al interior de un personaje inventado, ni un simple
sitio en el que hablar de música en plan random y nada más. Este lugar tiene
que contemplar muchas más cosas que Diario de un dependiente, y espero que yo
también.
Además, es que me daba la gana, joder.
Por lo pronto, ya tengo una nueva novela terminada y
corregida, a la espera de unos últimos detalles para su publicación. Con el
paso del tiempo os iréis enterando de más cosas al respecto; pero de momento quiero regalaros algo.
Hasta nuevo aviso, en el enlace que pondré al final de
esta entrada se podrá descargar de forma totalmente gratuita la versión revisada
de mi novela Diario de un dependiente, en formato pdf, con nueva cubierta
incluida.
Además, iré recordando periódicamente el enlace tanto en
Twitter (hipervínculo con enlace a mi cuenta) como en Facebook (hipervínculo a
la página de mi blog).
Por último, le he dado igual más bombo del que tiene,
porque es un simple cambio de imagen y leve cambio de nombre (¿Por qué Diario
de Mr. Rig? Pues porque es mi nombre de usuario, y ya está), así que quiero
aclarar que no va a haber un cambio drástico en mis publicaciones. Yo sigo
siendo quien escribe, así que el resultado poco va a variar, digo…
Por último, muchas gracias a todas las personas que me
habéis acompañado desde 2011 en este blog, y espero que sigáis pululando por
aquí. A quienes lleguéis de nuevas, tenéis mi más sincera bienvenida. Espero
que disfrutéis tanto leyendo como yo escribiendo, por lo menos.
Y a quien no le guste…
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