sábado, 17 de enero de 2015

A las cosas por su nombre


En principio iba a escribir esta entrada el día 15, pero casi me alegro de no haber podido hacerlo hasta hoy.

En principio este es un blog de música, aunque a veces tenga la sensación de hablar de todo menos de eso. Sin embargo creo que el arte es un reflejo de la sociedad de su época, su interior lo alberga todo, así que en cierto modo hablo de lo que puede provocar una canción determinada.

En este caso no es así, al menos por mi parte. Esto sale de las tripas, y en especial después de la muerte de Bolinaga, el etarra que secuestró a Ortega Lara. Ni mucho menos pretendo hacer apología del terrorismo con esta entrada. Al contrario, la violencia queda más allá de lo defendible para mi.

Pero casi es inevitable recordar aquella frase que decía que aquí hay señores cojos y cojos de mierda. Hay asesinos cuya muerte celebra todo el mundo, y asesinos a los que despiden con honores de Estado. Incluso podríamos mantener el contexto para hablar de un etarra muerto y una víctima suya, como Melitón Manzanas, torturador de la BPS que fue homenajeado con un reconocimiento civil a las víctimas del terrorismo. No pretendo justificar a nadie, ¿pero no hay víctimas que de verdad merezcan ese tratamiento en su lugar? ¿Ser acribillado a balazos borra de golpe todos los actos horribles previos?

Pero yo pensaba en Fraga, muerto un 15 de Enero de 2012. El hombre que perteneció a un gobierno que firmó sentencias de muerte y que contribuyó en la mayor medida posible a que hoy en día España sea el segundo país del mundo con más desaparecidos (solo superado por Camboya). El hombre que se bañó en Palomares. El hombre que se desentendió del Prestige. El hombre que es uno de los padres de nuestra constitución, el responsable de su parte más reaccionaria.

Este es el sistema en el que vivimos, donde uno de los miembros de una dictadura fascista y asesina recibe honores a su muerte. ¿Alguien se imagina a un miembro del gobierno de la Alemania Nazi recibiendo este tratamiento tras la caída de Hitler?

De hecho incluso me siento culpable por haber recordado a alguien que, al igual que Bolinaga, merece el ostracismo que le debe la historia.

Nuestros actos deben responder por nosotros, y nuestra memoria debe dar fe de ellos.

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